7 de septiembre de 2013

Así lo dijo Homero Simpson: Malditos maestros

Lisa, cuando no te gusta tu trabajo no haces huelga; simplemente vas todos los días y haces todo de mala gana. Ése es el estilo de nuestro país
Homero J. Simpson





Guanajuato es una cuenca entre verdes cerros, llena de callejones, calles y callejas con peculiar hermosura, sede central de la Universidad de Guanajuato, con una enorme afluencia de turistas a lo largo de todo el año, llena de eventos culturales, de esparcimiento y de índole diversa. Capital del estado de Guanajuato y con gente que conserva muy arraigados (pero muy) los valores tradicionales, católicos y moralistas de tiempos pasados.
En ésta, la ciudad de Cuévano, "creen que no hay cielo más azul que el que se alcanza a ver recortado entre los cerros, ni aire más puro que el sopla a veces con fuerza de vendaval, ni casas más elegantes que las que están cayéndose en el paseo de Tepozanes" (para ver más de la mejor descripción de la ciudad, favor de leer al cuevanense Jorge Ibargüengoitia y su libro "Estas ruinas que ves", una verdadera fotografía en letras de la ciudad).

¡Ay de mi Guanajuato tan tranquilo!, una ciudad donde, verdaderamente, no pasa nada. Donde los estudiantes, somos aquéllos que están dentro de un aula cuadrada (en los dos sentidos; el aula 13 del Edificio Central de la UG -ahí estudio- es cuadrada, literalmente), y que fuera de ella es todo aquel joven que se divierte y tiene espíritu dicharachero, alegre y es el mejor amigo de los dueños de los establecimientos de vendimia etílica de la ciudad. Y no, no es queja. Lo que preocupa es que no hay una formación contestataria o, al menos, crítica. Esto se debe en parte, al contexto de la ciudad tan tranquila. Donde impera un orden de las cosas que, si bien todos saben que no es perfecto, la tradición dicta que así debe continuar.

¿Cuántas grandes movilizaciones en la ciudad de Guanajuato hemos visto en los últimos años recorrer la ciudad? La nunca ausente Antorcha Campesina y la movilización ciudadana en defensa de la urbanización del Cerro de la Bufa (quizá la más importante, y de aceptación ciudadana grande). Las movilizaciones sociales en esta ciudad son pequeñas, esporádicas y de un intensidad débil, con todo y que es sede de los 3 poderes del estado y por lo tanto, un foco de reunión de quejas y demandas. Guanajuato es ciudad tranquila, las pocas movilizaciones se suben a la banqueta

Es muy difícil que desde una trinchera como Guanajuato se escriba sobre las manifestaciones de la sociedad civil.

Pero esto no es propio de Guanajuato. En general, los mexicanos ven mal los movimientos sociales, o al menos son prácticas poco usuales para ellos. En un carácter individualista, como dice Jorge G. Castañeda en el primer capítulo de su libro Mañana o pasado: el misterio de los mexicanos, al mexicano le resulta difícil organizarse con los demás. El mexicano es difícilmente una persona de arreglos con otros. La Quinta Encuesta Nacional Sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP, 2012) que realiza la Secretaría de Gobernación, dice que para casi la mitad de los mexicanos (44%) es difícil o muy difícil organizarse con otros mexicanos. Empezando por ahí. Así que un mexicano prefiere las vías institucionales con la que ha educado el sistema burocrático mexicano del siglo pasado. La mayoría de los mexicanos, siguiendo la ENCUP ya mencionada, prefiere arreglar los problemas quejándose con las autoridades, firmar cartas de apoyo y organizarse con otros ciudadanos (ésta última parece contradecir a lo que afirma la respuesta sobre lo difícil que es organizarse. Además, la opción es muy abierta, "organizarse con otras personas" resulta algo muy vago, se podrían organizar precisamente para escribir la queja y firmar el documento).


La noticia nacional más importante de las últimas semanas (no, no es el fracaso de la Selección Nacional de Fútbol, basta con eso... Aunque sí es una vergüenza) es la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y sus multitudinarias manifestaciones en diversos lugares del Distrito Federal.

Las movilizaciones sociales surgen para atraer la atención del Estado para presentar sus denuncias y/o propuestas en torno a un tema o un sector. La cuestión aquí, es que lograr un movimiento que aglomere el sentir de todos los ciudadanos, es imposible (como el consenso mismo de la democracia electiva). Ya que las marchas y manifestaciones holísticas han sido pocas, es decir, manifestaciones con un interés general y aceptado por una mayoría de la población, la mayoría de los movimientos son sectoriales y focalizados. La aceptación de un movimiento, es sencilla: La mayoría de las veces, un movimiento es aceptado en la opinión pública por los sectores afines a los movilizados; los que no apoyen la causa, pocas veces permanecerán en una postura neutra, simplemente condenarán el movimiento. Esto que digo, no está basado en cifras que sustenten la idea, sin embargo se convierte en una hipótesis propia. Es decir, supongamos que el sector A se moviliza. El sector B, C, D y E (que pueden ser jóvenes, asociaciones civiles, obreros, etcétera) simpatizan en diferentes grados con A (algunos asisten a los eventos de A, otros hacen publicidad, y algunos solamente apoyan aceptándolo y esperando buenos resultados para A), pero entre A, B, C, D y E son apenas un 25% de la población, y representan un 10% de la opinión pública persistente. Esto deja a los sectores F, G, H [...] y Z como un 75% que no simpatiza con el movimiento de A, y por ello, cualquier acción, discurso y medida que tome aquél, será ilegítima para un gran porcentaje (75%) de la población y la opinión pública se cargara del lado opositor a A.

Para el caso del DF es diferente. Debe ser difícil soportar desmanes a propiedad privada y pública, la afectación de vialidades y el libre tránsito (de por sí, ya difícil) en la ciudad. Con las movilizaciones del 1º de diciembre y algunas imágenes de los más recientes movimientos en la ciudad, es innegable la presencia de violencia. Esos actos son reprobables, claro está. No se puede navegar con bandera de lucha por los derechos de los demás, afectando a la misma sociedad. El problema no está del todo en los desmanes provocados por un sector de los movilizados; sino, en el mal uso de conceptos como preso político, desobediencia civil, y otros más. Al no aceptar la consecuencia de los actos que afectan propiedad ajena, lo único que hacen es alejarse de la desobediencia civil que Henry David Thoreau escribió de manera magistral. Desobediencia civil (por muy paradójico que suene) lleva consigo la aceptación de la consecuencia legal de la misma desobediencia de la norma, como una manifestación de responsabilidad social y al mismo tiempo, de congruencia. La desobediencia civil, encuentra simpatizantes de ser llevada a cabo de manera responsable. En cuanto a lo de presos políticos, yo siempre diré: ¿Quiénes son exactamente esos a los que apresa el gobierno? ¿gente importante? ¿personas clave para una posible revolución? ¿son Mandela o Gandhi en potencia? Realmente, no creo. Son presos (muchas veces injustos, arbitrariamente presos) por cargos administrativos, más sencillos que por un encarcelamiento político. Tranquilos.

Los detractores de los movimientos, los que dicen "Bola de huevones, mejor pónganse (-n) a trabajar" sonríen porque parece que hablo mal de los "revoltosos". No, una cosa es el pequeño grupo que ocasiona daños colaterales (y directos) y otra, la movilización.

Analizar en esta entrada si los maestros tienen o no razón en movilizarse y exigir lo suyo (y otras manifestaciones, como la defensa del petróleo convocada por Andrés Manuel López Obrador el día de hoy, 8 de septiembre, en el Zócalo capitalino) es tarea difícil, y jamás se llegará a una conclusión que deje satisfechos a todos.

Uno de los principales problemas con los detractores de los movimientos, es que se sientan en una cómoda silla de apatía y desde ahí censuran. Prefieren el sedentarismo político, a la manifestación. Son aquellas personas que consideran que la mejor forma de sacar adelante el país, es trabajar duro todos los días. Claro, si aquéllo fuera tan sencillo, en primera, nadie estaría en las calles pidiendo mejores condiciones de vida. O también son como Homero Simpson nos dijo en aquel capítulo de la serie: Las personas que no les gustan las condiciones en las que viven y se amargan en ellas demostrando su descontento con malas actitudes. 

Los medios de comunicación crucifican los movimientos, se concentran en los desmanes del grupo por encima de los intereses que persiguen los movilizados. Los medios de comunicación, en su mayoría, están en el siglo pasado. Se quedaron al servicio cómodo del Estado donde el oficialismo les sentó muy bien. Es una lástima que el duopolio televisivo tergiverse la información y sesgue sus contenidos para la población que lo que quiere, es televisión fácil. Considerando que el 76% de los mexicanos utilizan a la televisión como su principal informador de los aconteceres (ENCUP, 2012), el sesgo informático de Televisa y Tv Azteca sí es determinante para la opinión pública. La televisión es una de las instituciones mejor evaluadas por los mexicanos, junto con los médicos, la Iglesia, los Maestros y el Ejército (los peor evaluados, también según los datos de la ENCUP 2012, son los Sindicatos, Diputados, Senadores, Partidos Políticos y la Policía).

(Imagen publicada en Revista Nexos, http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2102909)


Otra característica de los detractores de los movimientos sociales, es el rechazo a los movimientos nacionales. Ojo, sólo a los nacionales. "¡Muy bien por Brasil, por el M-15 español, por los estudiantes chilenos, por la gente en Egipto!", exclaman y vitorean todos. Pero es muy diferente su opinión para el caso de las manifestaciones en territorio nacional.

Las exageraciones: Éstas, están presentes en cualquier discurso, sea de los movilizados o de sus opositores. Normalmente las exageraciones de la izquierda son tergiversar la verdad, de manera que siga siendo real, pero con toques conspiracionales. Por el otro lado, las exageraciones de los opositores de las movilizaciones sociales, se basan, principalmente en bosquejar a los miembros de los movimientos como entes perversos dotados de armamento capaz de romper el delgado hilo la paz y la tranquilidad.

La CNTE tiene sus motivos. Sus movilizaciones traen consecuencias que afectan a terceros. Sin duda es una pena que los niños de niveles básicos de educación pierdan tanto tiempo de educación. Es una vergüenza que a las movilizaciones se sumen personas que no tienen idea de lo que representa el colectivo y buscan el conflicto antes que nada. Sin embargo, esto no significa que los movimientos sociales son del diablo. Basta de la crucifixión de los medios contra los ciudadanos. Basta de ciudadanos intolerantes con los movilizados. Basta de esa relación no te apoyo, entonces no te acepto y tu movimiento es ilegítimo. Basta de la afectación a terceros, pero más importante: Basta de la criminalización de la protesta social.

8 de cada 10 mexicanos está de acuerdo o muy de acuerdo con que el voto "es el único mecanismo con el que cuentan para decir si el gobierno hace bien o mal las cosas" (ENCUP, 2012). En este contexto, donde los ciudadanos se sumergen en una democracia procedimental, donde creen que deben esperar 3 ó (yo sigo poniéndole tilde a la "o" entre números, toma eso RAE) 6 años para expresar su malestar. O si no quiere esperar, simplemente entran en el juego burocrático del gobierno, mandándole una cartita firmada que se va al archivo, haciendo fila en una oficina de gobierno. Donde el 88% de la población no asiste a manifestaciones, lo cree innecesario. Donde si no te conformas con algo, te mandan buscar otro lugar para vivir, "si no te gusta México, vete de nuestro hermoso país". Un país donde te destierra la opinión pública si es que no te gusta el régimen. Ya lo decía John Locke, que quien no quiera estar en el régimen se salga del territorio en cuestión, ¡qué fácil! (sarcasmo); pero si la misma sociedad te consume y te aplican la aristotélica aseveración de que quien está fuera de la polis o es bestia o dios... y como en México o único divino es la virgencita de Guadalupe y el Cristo redentor; pos' te tachan de bestia.

¿Cuándo se sentirá el mexicano identificado con los que salen a la calle? ¿cuándo la calle dejará de ser el espacio menos aceptado para la participación política?


[...]

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